lunes, 19 de noviembre de 2012

UN INFIERNO LLAMADO NERVIÓN



Después de seis meses en el dique seco debido a motivos laborales y apurando los pocos espacios de los que he ido contando en este tiempo a través de facebook y para rendir un pequeño homenaje a nuestro querido Javier Quequeno, hoy no podía por menos que escribir algo sobre lo sucedido anoche en el Ramón Sánchez Pizjuán. Después de una semana aguantando estoicamente las amenazas ironizadas en algunos casos y no menos ironizadas en otros, se acercaba la hora de la verdad, donde las estadísticas se van a la basura por no usar otra palabra. Donde la técnica, las jugadas ensayadas, la clasificación, el sistema de juego o la calidad de los jugadores no cuentan ni valen para nada. Un derbi, tal y como se vive en esta bendita ciudad de Sevilla, no piensa en nada de esto, un derbi en la ciudad de Sevilla es cuestión de orgullo, de dignidad, del qué dirán, de casta y de coraje.

Como digo, llevaba una semana con más incertidumbres que dumbres, me sentía un poco escéptico, sobre todo por la manera en que este equipo había venido perdiendo en lo más fácil. Demostrado queda que no vale de nada ganar al Madrid por 1-0 o ganarle al Barcelona (le ganamos) y que luego fue vilmente robado por alguien que seguramente tendrá la conciencia muy tranquila y la satisfacción del TRABAJO bien hecho.

Nos encontrábamos mi hija y yo todavía cantando el himno del Arrebato y nos disponíamos a sentarnos pues ya había comenzado el partido cuando ese infierno llamado Nervión explotó por los cuatro costados.
El hijo pródigo, José Antonio Reyes, ese al que se venía criticando desde hace ya varios partidos, acababa de perforar la portería rival, abría la lata, de dos litros por lo menos, indicaba el camino hacia la victoria. Tuvimos que esperar a ver el nombre en el marcador. Incluso no me creía que el gol fuera legal y es que ya está uno acostumbrado a esto del robo deportivo que no mue hubiera extrañado nada.

Ahora todo parecía posible, el equipo había salido con ganas, con corazón y a por todas. Pero esto era solo el principio, se nos marchó este año un gigante, Frederick, en sevillano Federico, pero vino otro, de la Argentina el pive, otro Federico, otro gigante que remata de cabeza mandando el balón otra vez al fondo de la red cerca del minuto 6, la euforia iba en aumento y nadie daba crédito a lo que estaba viendo, el Sevilla de la casta y el coraje pisaba fuerte el acelerador como queriendo terminar el partido en menos que canta un gallo. Rakitic se lució en cada balón que tocaba, uno de ellos desde la banda izquierda hasta el banderín de corner que recoge Navas en la banda contraria, en las faltas, el campo se le quedaba pequeño al croata y siempre acompañado de su fiel escudero Gary Medel que anuló cualquier intento de hilar alguna jugada parte del rival.

La fiesta continuaba y el Ramón Sánchez Pizjuán volvió a cantar el LOLOLO, los guardianes de Nervión y todo aquello que se cantaba hasta hace muy poco, llegó la oportunidad de Negredo que remata un balón de cabeza que acaba estrellándose en el larguero, pero el rechace es recogido nuevamente por el hijo pródigo de Utrera y mete de nuevo la pelotita donde todos queríamos, en lo más profundo de los avernos habidos y por haber, corría el minuto 32 o 33, y la gente quería más fiesta, más corazón y más goles, el sueño de ganarle al eterno rival se iba materializando poco a poco y la diferencia el marcador más extensa Diez minutos después, nuevamente el gigante argentino que no malí, remata nuevamente de cabeza en una cesión del utrerano que parecían haber pactado con el diablo para ver quién se llevaba el hattrick del partido y casi lo consiguen.

Con un cuatro a cero al descanso la grada se tranquilizó, en preferencia, un canterano que nunca debió marcharse, Deivid, al que pude saludar y charlar con él un ratito para darle ánimos en su nueva andadura y que había mucha gente que le gustaría que volviera a esta su casa y que no quiso perderse el derbi, gran chaval, simpático porque le recordé que se le había olvidado traerme otra vez el mojo picón para el bocata. Campaña también se pasó a saludarle, gracias Deivid por haber venido, por habernos dado suerte y por seguir sintiendo la camiseta y el escudo sevillista.

Salí el Sevilla en la segunda parte un poco más rácano o quizás más cansado debido a la intensidad que se le dió a la primera mitad, pero que se podía haber solucionado haciendo los cambios más tempraneros, Negredo tenía que haberse quedado en el vestuario pues ya se le veía molesto con su pierna izquierda, esta vez me gustaron más los cambios, pues en otros partidos hemos dejado despobladas ciertas zonas del campo y que nos han costado muchos sufrimientos, Rakitic también esperaba el cambio pues también se le veía ya bastante cansado, pero, quién le iba a decir que a cambio de agotar toda la gasolina se vería recompensado con el quinto gol, con un gol histórico, con el gol de la manita, va en progreso y si mejora esos balones largos vamos a dar muchos dolores de cabeza a más de una defensa.

El gol del honor lo haría Rubén Castro en el minuto 65 y creo que fue por ese estado de agotamiento o de conformidad con el resultado que para mí se quedó muy corto y podía haberse dado un resultado no histórico sino de récord en cualquier derbi.

Cuando el Federico argentino marcó el cuarto gol, se me vino a la cabeza el Federico malí, ese Federico en la final de Eindhoveen sonriendo y con su mano derecha agitándola de un lado a otro a la altura del cuello como diciendo "Vamos a parar esto porque si no...". Ayer fue una noche de Federicos y de Reyes anticipados, ayer fue una noche infernal para unos y de gloria para otros, me acordaba de las ironías soportadas durante toda la semana pero sin sed de venganza ni de nada, había vivido en directo un derbi histórico, otro partido más que muchos quizás no lo vivieron o tardarán mucho en volver a verlo. Otra noche histórica en Nervión, otra noche para enmarcar, yo no sueño con los angelitos yo sueño con los golitos marcados en este infierno llamado Nervión.

Me quedo con dos jugadas el regate de Navas partiendo la cintura del contrario y centrando, centro que pudo terminar en gol y el toque de Babá a Perotti para luego buscar el área y que estuvo a punto de llegar al balón y que podía haberse convertido en otro tanto.

Cuánto no hubieran disfrutado de este cachito de historia los que se fueron y que seguramente lo vieron desde ese palco celestial llamado Tercer Anillo. Va por ustedes.

Espero que este sea el partido que nos marque el antes y el después de este Sevilla hasta ahora irregular y termine por enderezar el rumbo hacia una nueva conquista de Europa.

No quiero despedirme sin darle las gracias a todos los BIRIS NORTE por la inyección de adrenalina, casta, coraje y corazón que nos metieron ayer a todos en el cuerpo en el Ramón Sánchez Pizjuán.

Hasta la victoria... siempre.

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