viernes, 15 de octubre de 2010

CARTA AL ÍDOLO CAÍDO

Estimado O Fabuloso, hace ya bastante tiempo que aquel diez de brasil se me antoja leyenda o al menos estrella fugaz en su paso por éste nuestro Sevilla.
Todos sabemos que tu carácter, tu forma de vivir el fútbol, se nos hace complicado y difícil de entender a los mortales que acudimos cada domingo al Olimpo de Nervión. Dices que eres el diez de Brasil y que eres delantero y que eres goleador, pero después, en el terreno de juego, algo te atrapa, se adueña de tu mente, te bloquea, pareces clavado al suelo, tus movimientos se ralentizan y acabas estallando en un vaivén de brazos que yo al menos no comprendo.
A mi entender, has perdido la ilusión de aquel chaval que soñaba con imitar a sus ídolos y llegar a ser uno de ellos. El estar en un equipo que se está forjando la gloria a base de codazos y puntapiés deportivos, te está creando un estado de ansiedad tal, que ya no ves a aquellos que te abrazaban cuando marcabas y la grada se te antoja como una tormenta en el mar que ruge con fuerza frente a ti.
Para colmo, ha habido cambios, muchos cambios que tampoco te han ayudado a salir de esa dimensión en la que pareces vivir, los cambios anímicos, en algunos momentos casi drásticos, determinan que sientes miedo a algo, quizás a esa soledad que siente todo futbolista cuando cuelga las botas, sabes que te haces mayor y que el rendimiento baja, pero es ley de vida, nadie es eterno.
Pareces cansado, con la mirada quién sabe dónde y pensando en qué cosas, como si todo lo que ocurre a tu alrededor no fuera contigo, espero que no te hayas dado por vencido a estas alturas.
Muchos fueron los que llegaron y triunfaron para saltar al estrellato, a un equipo grande, y muchos, todos quizás, se arrepintieron de haberlo hecho, tú tienes una oportunidad y el tiempo sigue pasando inexorable, no sé si pensarás en irte en enero, pero qué más da, la única manera de saber si te has equivocado es marchándote, huyendo, sí, pero no huyes de nosotros, sino de ti mismo.
Tienes que volver a encontrarte con O Fabuloso, no puedes darte por vencido y no me gustaría que si te marcharas derramaras lágrimas por haber descubierto la realidad, que aquí lo podías haber tenido todo y tu indolencia te hizo caer al vacío del olvido.
¿Por qué no tratas de bajar del Olimpo y te acercas a los mortales? Cierra los ojos ¿qué ves? ¿nada? Yo te lo diré, un estadio a reventar gritando tu nombre.

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